lunes, 30 de agosto de 2010

La Maldita Vecindad - Pachuco



 Estaba buscando el vídeo original de esta excelente canción (ska-punk-fusión) del gran grupo mexicano La Maldita Vecindad. Pero Sony tiene los derechos reservados... igual, disfrútenlo.

TAREAAAAA:

1. Tienen que hacer un breve informe en sus cuadernos sobre alguna subcultura (así como los Pachucos) juvenil que haya surgido a partir de la migración. Investiguen... ¿acaso en Lima, ciudad de migrantes de todos los pueblos del Perú, no han surgido subculturas juveniles con una propia estética y música y hábitos?)
INVESTIGUEN. Y si alguien desea realizar una exposición... tendrá una buena calificación final. Fin.

DEL PACHUCO Y OTROS EXTREMOS (Quinto UNI)



La clase anterior, cuando hablábamos de Octavio Paz y lsu libro de ensayos EL LABERINTO DE LA SOLEDAD,abordamos el tema del Pachuco, ese personaje surgido de la migración mexicana en la sociedad norteamericana. El Pachuco estaba entre dos mundos: el mexicano (de donde provenía) y el norteamericano (con valores y costumbres distintas). En medio de esa tensión, surgen unos personajes con una apariencia extraña, una juventud con hábitos y gestos propios, irreverentes, osados; ni norteamericanos ni mexicanos, Pachucos, simplemente. Octavio Paz dice al respecto:

“El pachuco no quiere volver a su origen mexicano; tampoco -al menos en apariencia- desea fundirse a la vida estadounidense. Todo en él es impulso que se niega a sí mismo, nudo de contradicciones, enigma. Y el primer enigma es su nombre mismo: pachuco, vocablo de incierta filiación, que dice nada y dice todo... Queramos o no, estos seres son mexicanos, uno de los extremos a que puede llegar el mexicano." 

Con el transcurrir de los años -entre los años 40 y 50 del siglo XX- los Pachucos se convirtieron en una gran subcultura latina en los Estados Unidos. Octavio Paz, también tiende a compararlos con los adolescentes, por ser una etapa en la que surge la pregunta sobre la propia identidad, donde se siente profundamente un sentimiento de soledad y singularidad: el adolescente se descubre a sí mismo, y se descubre infinitamente solo. Solo.
(Añado una fotografía del Pachuco más famoso del cine mexicano: Tin Tan -hermano del no menos divertido Ramón Valdéz "ron Damón")

ERNEST HEMINGWAY - Colinas como elefantes blancos (QUINTO SM)


Del otro lado del valle del Ebro, las colinas eran largas y blancas. De este lado no había sombra ni árboles y la estación se alzaba al rayo del sol, entre dos líneas de rieles. Junto a la pared de la estación caía la sombra tibia del edificio y una cortina de cuentas de bambú colgaba en el vano de la puerta del bar, para que no entraran las moscas. El americano y la muchacha que iba con él tomaron asiento a una mesa a la sombra, fuera del edificio. Hacía mucho calor y el expreso de Barcelona llegaría en cuarenta minutos. Se detenía dos minutos en este entronque y luego seguía hacia Madrid.
— ¿Qué tomamos? — preguntó la muchacha. Se había quitado el sombrero y lo había puesto sobre la mesa.
— Hace calor — dijo el hombre.
— Tomemos cerveza.
— Dos cervezas — dijo el hombre hacia la cortina.
— ¿Grandes? — preguntó una mujer desde el umbral.
— Sí. Dos grandes.
La mujer trajo dos tarros de cerveza y dos portavasos de fieltro. Puso en la mesa los portavasos y los tarros y miró al hombre y a la muchacha. La muchacha miraba la hilera de colinas. Eran blancas bajo el sol y el campo estaba pardo y seco.
— Parecen elefantes blancos — dijo.
— Nunca he visto uno — . El hombre bebió su cerveza.
— No, claro que no.
— Nada de claro — dijo el hombre— . Bien podría haberlo visto.
La muchacha miró la cortina de cuentas.
— Tiene algo pintado — dijo— . ¿Qué dice?
— Anís del Toro. Es una bebida.
— ¿Podríamos probarla?
— Oiga — llamó el hombre a través de la cortina.
La mujer salió del bar.
— Cuatro reales.
— Queremos dos de Anís del Toro.
— ¿Con agua?
— ¿Lo quieres con agua?
— No sé — dijo la muchacha— . ¿Sabe bien con agua?
— No sabe mal.
— ¿Los quieren con agua? — preguntó la mujer.
— Sí, con agua.
— Sabe a orozuz — dijo la muchacha y dejó el vaso.
— Así pasa con todo.
— Si dijo la muchacha— - Todo sabe a orozuz. Especialmente las cosas que uno ha esperado tanto tiempo, como el ajenjo.
— Oh, basta ya.
— Tú empezaste — dijo la muchacha— . Yo me divertía. Pasaba un buen rato.
— Bien, tratemos de pasar un buen rato.
— De acuerdo. Yo trataba. Dije que las montañas parecían elefantes blancos. ¿No fue ocurrente?
— Fue ocurrente.
— Quise probar esta bebida. Eso es todo lo que hacemos, ¿no? ¿Mirar cosas y probar bebidas?
— Supongo.
La muchacha contempló las colinas.
— Son preciosas colinas — dijo— . En realidad no parecen elefantes blancos. Sólo me refería al color de su piel entre los árboles.
— ¿Tomamos otro trago?
— De acuerdo.
El viento cálido empujaba contra la mesa la cortina de cuentas.
— La cerveza está buena y fresca — dijo el hombre.
— Es preciosa — dijo la muchacha.
— En realidad se trata de una operación muy sencilla, Jig — dijo el hombre— . En realidad no es una operación.
La muchacha miró el piso donde descansaban las patas de la mesa.
— Yo sé que no te va a afectar, Jig. En realidad no es nada. Sólo es para que entre el aire.
La muchacha no dijo nada.
— Yo iré contigo y estaré contigo todo el tiempo. Sólo dejan que entre el aire y luego todo es perfectamente natural.
— ¿Y qué haremos después?
— Estaremos bien después. Igual que como estábamos.
— ¿Qué te hace pensarlo?
— Eso es lo único que nos molesta. Es lo único que nos hace infelices.
La muchacha miró la cortina de cuentas, extendió la mano y tomó dos de las sartas.
— Y piensas que estaremos bien y seremos felices.
— Lo sé. No debes tener miedo. Conozco mucha gente que lo ha hecho.
— Yo también — dijo la muchacha— . Y después todos fueron tan felices.
— Bueno — dijo el hombre— , si no quieres no estás obligada. Yo no te obligaría si no quisieras. Pero sé que es perfectamente sencillo.
— ¿Y tú de veras quieres?
— Pienso que es lo mejor. Pero no quiero que lo hagas si en realidad no quieres.
— Y si lo hago, ¿serás feliz y las cosas serán como eran y me querrás?
— Te quiero. Tú sabes que te quiero.
— Sí, pero si lo hago, ¿volverá a parecerte bonito que yo diga que las cosas son como elefantes blancos?
— Me encantará. Me encanta, pero en estos momentos no puedo disfrutarlo. Ya sabes cómo me pongo cuando me preocupo.
— Si lo hago, ¿nunca volverás a preocuparte?
— No me preocupará que lo hagas, porque es perfectamente sencillo.
— Entonces lo haré. Porque yo no me importo.
— ¿Qué quieres decir?
— Yo no me importo.
— Bueno, pues a mí sí me importas.
— Ah, sí. Pero yo no me importo. Y lo haré y luego todo será magnífico.
— No quiero que lo hagas si te sientes así.
La muchacha se puso en pie y caminó hasta el extremo de la estación. Allá, del otro lado, había campos de grano y árboles a lo largo de las riberas del Ebro. Muy lejos, más allá del río, había montañas. La sombra de una nube cruzaba el campo de grano y la muchacha vio el río entre los árboles.
— Y podríamos tener todo esto — dijo— . Y podríamos tenerlo todo y cada día lo hacemos más imposible.
— ¿Qué dijiste?
— Dije que podríamos tenerlo todo.
— Podemos tenerlo todo.
— No, no podemos.
— Podemos tener todo el mundo.
— No, no podemos.
— Podemos ir adondequiera.
— No, no podemos. Ya no es nuestro.
— Es nuestro.
— No, ya no. Y una vez que te lo quitan, nunca lo recobras.
— Pero no nos los han quitado.
— Ya veremos tarde o temprano.
— Vuelve a la sombra — dijo él— . No debes sentirte así.
— No me siento de ningún modo — dijo la muchacha— . Nada más sé cosas.
— No quiero que hagas nada que no quieras hacer…
— Ni que no sea por mi bien — dijo ella— . Ya sé. ¿Tomamos otra cerveza?
— Bueno. Pero tienes que darte cuenta…
— Me doy cuenta — dijo la muchacha. ¿No podríamos callarnos un poco?
Se sentaron a la mesa y la muchacha miró las colinas en el lado seco del valle y el hombre la miró a ella y miró la mesa.
— Tienes que darte cuenta — dijo— que no quiero que lo hagas si tú no quieres. Estoy perfectamente dispuesto a dar el paso si algo significa para ti.
— ¿No significa nada para ti? Hallaríamos manera.
— Claro que significa. Pero no quiero a nadie más que a ti. No quiero que nadie se interponga. Y sé que es perfectamente sencillo.
— Sí, sabes que es perfectamente sencillo.
— Está bien que digas eso, pero en verdad lo sé.
— ¿Querrías hacer algo por mi?
— Yo haría cualquier cosa por ti.
— ¿Querrías por favor por favor por favor por favor callarte la boca?
Él no dijo nada y miró las maletas arrimadas a la pared de la estación. Tenían etiquetas de todos los hoteles donde habían pasado la noche.
— Pero no quiero que lo hagas — dijo— , no me importa en absoluto.
— Voy a gritar — dijo la muchacha.
La mujer salió de la cortina con dos tarros de cerveza y los puso en los húmedos portavasos de fieltro.
— El tren llega en cinco minutos — dijo.
— ¿Qué dijo? — preguntó la muchacha.
— Que el tren llega en cinco minutos.
La muchacha dirigió a la mujer una vívida sonrisa de agradecimiento.
— Iré llevando las maletas al otro lado de la estación — dijo el hombre. Ella le sonrió.
— De acuerdo. Ven luego a que terminemos la cerveza.
Él recogió las dos pesadas maletas y las llevó, rodeando la estación, hasta las otras vías. Miró a la distancia pero no vio el tren. De regresó cruzó por el bar, donde la gente en espera del tren se hallaba bebiendo. Tomó un anís en la barra y miró a la gente. Todos esperaban razonablemente el tren. Salió atravesando la cortina de cuentas. La muchacha estaba sentada y le sonrió.
— ¿Te sientes mejor? — preguntó él.
— Me siento muy bien — dijo ella— . No me pasa nada. Me siento muy bien.
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P.S.  LLEVAR EL CUENTO A CLASE, PUES VAMOS A LEERLO Y TRABAJARLO.

lunes, 23 de agosto de 2010

Metamorfosis 1era Parte- Fran Estevez (Quinto SM)



 Esta es una adaptación del relato más famoso de Kafka. La segunda parte está en Youtube. Está bien hecha, chequéenla.

OCTAVIO PAZ: EL LABERINTO DE LA SOLEDAD (Quinto UNI)



Sí, nos encerramos en nosotros mismos, hacemos más profunda y exacerbada la conciencia de todo lo que nos separa, nos aisla o nos distingue. Y nuestra soledad aumenta porque no buscamos a nuestros compatriotas, sea por temor a contemplarnos en ellos, sea por un penoso sentimiento defensivo de nuestra intimidad. El mexicano, fácil a la efusión sentimental, la rehuye. Vivimos en- simismados, como esos adolescentes taciturnos —y, de paso, diré que apenas si he encontrado esa especie entre los jóvenes norteamericanos— dueños de no se sabe qué secreto, guardado por una apariencia hosca, pero que espera sólo el momento propicio para revelarse.

(Del primer ensayo "El Pachuco y otros extremos")

OCTAVIO PAZ: EL LABERINTO DE LA SOLEDAD (Quinto UNI)



A TODOS,en algún momento, se nos ha revelado nuestra existencia como algo particular,intransferible y precioso. Casi siempre esta revelación se sitúa en la adolescencia. Eldescubrimiento de nosotros mismos se manifiesta como un sabernos solos; entre el mundo ynosotros se abre una impalpable, transparente muralla: la de nuestra conciencia. Es cierto queapenas nacemos nos sentimos solos; pero niños y adultos pueden trascender su soledad y olvidarse de sí mismos a través de juego o trabajo. En cambio, el adolescente, vacilante entre la infancia y la juventud, queda suspenso un instante ante la infinita riqueza del mundo. El adolescente se asombra de ser. Y al pasmo sucede la reflexión: inclinado sobre el río de su conciencia se pregunta si ese rostro que aflora lentamente del fondo, deformado por el agua, es el suyo. La singularidad de ser — pura sensación en el niño— se transforma en problema y pregunta, en conciencia interrogante.

(Del primer ensayo "El Pachuco y otros extremos")

domingo, 22 de agosto de 2010

The Velvet Underground - Femme Fatale



Y en este nuevo domingo que agoniza, una canción de uno de los mejores discos de la historia del rock.

Charlie Chaplin - Modern times part 1/9

quinto SM: preguntas sobre relatos de Kafka

En clase estamos desarrollando al escritor checo Kafka, uno de los más importantes del siglo XX. Aquí he mostrado dos relatos breves donde se aprecia el estilo y temas del autor. A partir de ello realiza:

1. Breve interpretación personal (10 líneas) sobre los cuentos.
- Temas vinculados:
a) La alienación y la soledad en la sociedad contemporánea.
b) Lo absurdo en las relaciones sociales.
c) Interpreta algunas frases relevantes de los cuentos. 
d) Qué crees que es el Odradek. Qué significa.

lunes, 16 de agosto de 2010

Poemas de Ernesto Cardenal (5o UNI)


 Ernesto Cardenal es un poeta nicaragüense cuyos libros están vinculados al amor, la lucha contra la dictadura y la injusticia social y la vida cotidiana del mundo contemporáneo. Poeta, filósofo y cura. Su estilo de escritura es de un lenguaje coloquial, lleno de ironía y protesta.

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 1.

Bienaventurado el hombre que no sigue las consignas del Partido
ni asiste a sus mítines
ni se sienta en la mesa con los gangsters
ni con los Generales en el Consejo de Guerra
Bienaventurado el hombre que no espía a su hermano
ni delata a su compañero de colegio
Bienaventurado el hombre que no lee los anuncios comerciales
ni escucha sus radios
ni cree en sus slogans
Será como un árbol plantado junto a una fuente.

2.

Escucha mis palabras oh Señor
                                                                Oye mis gemidos
Escucha mi protesta
Porque no eres tú un Dios amigo de los dictadores
ni partidario de su política
ni te influencia la propaganda
ni estás en sociedad con el gángster.

No existe sinceridad en sus discursos
ni en sus declaraciones de prensa

Hablan de paz en sus discursos
mientras aumentan su producción de guerra

Hablan de paz en las Conferencias de Paz
y en secreto se preparan para la guerra

                                      Sus radios mentirosos rugen toda la noche

Sus escritorios están llenos de planes criminales
                                     y expedientes siniestros
Pero tú me salvarás de sus planes

Hablan con la boca de las ametralladoras
sus lenguas relucientes
                                    son las bayonetas...
Castígalos oh Dios
                                    malogra su política
confunde sus memorándums
                                    impide sus programas

A la hora de la Sirena de Alarma
tú estarás conmigo
tú serás mi refugio el día de la Bomba

Al que no cree en la mentira de sus anuncios comerciales
ni en sus campañas publicitarias, ni en sus campañas políticas
                                    tú lo bendices
lo rodeas con tu amor
                                   como con tanques blindados.

jueves, 12 de agosto de 2010

KAFKA (dos)


UNA CONFUSIÓN COTIDIANA

Un incidente cotidiano, del que resulta una confusión cotidiana. A tiene que cerrar un negocio con B en H. Se traslada a H para una entrevista preliminar, pone diez minutos en ir y diez en volver, y se jacta en su casa de esa velocidad. Al otro día vuelve a H, esta vez para cerrar el negocio. Como probablemente eso le exigirá muchas horas, A sale muy temprano. Aunque las circunstancias (al menos en opinión de A) son precisamente las de la víspera, tarda diez horas esta vez en llegar a H. Llega al atardecer, rendido. Le comunican que B, inquieto por su demora, ha partido hace poco para el pueblo de A y que deben haberse cruzado en el camino. Le aconsejan que espere. A, sin embargo, impaciente por el negocio, se va inmediatamente y vuelve a su casa.
Esta vez, sin poner mayor atención, hace el viaje en un momento. En su casa le dicen que B llegó muy temprano, inmediatamente después de la salida de A, y que hasta se cruzó con A en el umbral y quiso recordarle el negocio, pero que A le respondió que no tenía tiempo y que debía salir en seguida.
A pesar de esa incomprensible conducta, B entró en la casa a esperar su vuelta. Y ya había preguntado muchas veces si no había regresado aún, pero seguía esperándolo siempre en el cuarto de A. Feliz de hablar con B y de explicarle todo lo sucedido, A corre escaleras arriba. Casi al llegar tropieza, se tuerce un tendón y a punto de perder el sentido, incapaz de gritar, gimiendo en la oscuridad, oye a B -tal vez muy lejos ya, tal vez a su lado- que baja la escalera furioso y que se pierde para siempre.

BREVES RELATOS: FRANZ KAFKA (para quinto SM)


PREOCUPACIONES DE UN PADRE DE FAMILIA

Algunos dicen que la palabra «odradek» precede del esloveno, y sobre esta base tratan de establecer su etimología. Otros, en cambio, creen que es de origen alemán, con alguna influencia del esloveno. Pero la incertidumbre de ambos supuestos despierta la sospecha de que ninguno de los dos sea correcto, sobre todo porque no ayudan a determinar el sentido de esa palabra.
Como es lógico, nadie se preocuparía por semejante investigación si no fuera porque existe realmente un ser llamado Odradek. A primera vista tiene el aspecto de un carrete de hilo en forma de estrella plana. Parece cubierto de hilo, pero más bien se trata de pedazos de hilo, de los tipos y colores más diversos, anudados o apelmazados entre sí. Pero no es únicamente un carrete de hilo, pues de su centro emerge un pequeño palito, al que está fijado otro, en ángulo recto. Con ayuda de este último, por un lado, y con una especie de prolongación que tiene uno de los radios, por el otro, el conjunto puede sostenerse como sobre dos patas.
Uno siente la tentación de creer que esta criatura tuvo, tiempo atrás, una figura más razonable y que ahora está rota. Pero éste no parece ser el caso; al menos, no encuentro ningún indicio de ello; en ninguna parte se ven huellas de añadidos o de puntas de rotura que pudieran darnos una pista en ese sentido; aunque el conjunto es absurdo, parece completo en sí. Y no es posible dar más detalles, porque Odradek es muy movedizo y no se deja atrapar.
Habita alternativamente bajo la techumbre, en escalera, en los pasillos y en el zaguán. A veces no se deja ver durante varios meses, como si se hubiese ido a otras casas, pero siempre vuelve a la nuestra. A veces, cuando uno sale por la puerta y lo descubre arrimado a la baranda, al pie de la escalera, entran ganas de hablar con él. No se le hacen preguntas difíciles, desde luego, porque, como es tan pequeño, uno lo trata como si fuera un niño.
-¿Cómo te llamas? -le pregunto.
-Odradek -me contesta.
-¿Y dónde vives?
-Domicilio indeterminado -dice y se ríe. Es una risa como la que se podría producir si no se tuvieran pulmones. Suena como el crujido de hojas secas, y con ella suele concluir la conversación. A veces ni siquiera contesta y permanece tan callado como la madera de la que parece hecho.
En vano me pregunto qué será de él. ¿Acaso puede morir? Todo lo que muere debe haber tenido alguna razón de ser, alguna clase de actividad que lo ha desgastado. Y éste no es el caso de Odradek. ¿Acaso rodará algún día por la escalera, arrastrando unos hilos ante los pies de mis hijos y de los hijos de mis hijos? No parece que haga mal a nadie; pero casi me resulta dolorosa la idea de que me pueda sobrevivir.

Los Saicos - Camisa de fuerza



Esta es la primera entrada al blog. No sabía qué nombre ponerle, así que como escuchaba esta canción de Los Saicos, no me hice más problemas.